jueves, 16 de mayo de 2013

Conócenos: Sigrid



Hoy vamos a presentar a Sigrid, una de las miembros mas "misteriosas" del equipo.
Siente una increíble pasión por la escritura y es autora de muchos de los relatos que podéis disfrutar en nuestro primer numero de Doble Trama.
Decidió empezar a escribir cansada de no encontrar lo que quería leer, así que lo creó ella misma. ¡Esperamos que disfrutéis de sus relatos tanto como ella escribiéndolos!


"Conformarse"

Camino tranquila, o eso le parecería a quien me mirase desde la ventana de su caravana; en realidad, tiemblo por dentro, aunque ya no me molesta, tantos años con esta sensación me han hecho prácticamente inmune a la incomodidad que me produce.

Con la brisa fría de esta madrugada de otoño, las mejillas se me colorean y los hombros se pegan más a mi cuello descubierto. Los primeros rayos de sol unidos a ese ligero vientecillo me hacen cerrar los ojos; no me molesta recorrer el camino con los ojos entrecerrados, siempre es el mismo aunque cambiemos de ciudad o de país: lo primero que encuentro es la caravana de Ángelo, no escucho nada en su interior, de seguro ya me está esperando para el ensayo… esta noche actuamos; apenas me doy cuenta de la forma en la que me acaricio la muñeca derecha porque el latido de mi corazón se intensifica y las mariposas de mi estómago revolotean más nerviosas.
Después paso frente a la caravana de Gabrielle, la contorsionista, aún enganchada al viejo mercedes rojo de Josef, el mago. La muchacha no tiene ni coche ni carnet, así que el ilusionista conduce el coche con la caravana mientras Crystal, su mujer y compañera, conduce la auto caravana frente a la que paso a continuación.Un olor familiar atrapa mi olfato antes de darme cuenta de lo que significa el ruido que lo acompaña: la jaula de los tigres. Un suave ronroneo me indica que Wilhem, el nuevo domador, ya les ha dado de comer. Abrí los ojos un poco más y me acerqué a la jaula: Leah, la hembra más grande de los cuatro felinos, retoza suavemente en mi dirección pidiendo su caricia diaria. No importa cuántas veces lo haga, ni que la conozca desde que nació, ni que sepa que ya han desayunado, meter la mano entre los barrotes fríos de acero y acariciar su gigantesca cabeza me sigue poniendo la piel de gallina.-¡Buenos días, Álex! –me saluda Wilhem desde la ventana de su caravana con ese inconfundible acento alemán.-Buenos días –le respondo sintiendo en mi mano la cabeza de Leah.Ella, su hermana y los cachorros de ambas estaban antes bajo la tutela de mis padres, pero unos meses atrás se jubilaron y dejaron el circo. Antes de eso, por supuesto, tomaron a Wilhem como su aprendiz, ya que su única hija había elegido la senda de la seda.-¿Vas al ensayo? –me pregunta a la vez que Leah me da un lametón.-Sí, Ángelo debe estar esperándome en la pista. Hasta luego.Me alejo notando su mirada en mi espalda. Nadie me lo ha mencionado todavía, pero yo me pregunto a diario si alguien ha podido darse cuenta de la paz que me gobierna cuando estoy con Ángelo, de la aumentada sensibilidad de mi cuerpo cuando me toca o de la sonrisa (que para mí pasa desapercibida) cada vez que me acerco a él.

Los niños pasan corriendo a mi alrededor, hoy empiezan antes sus clases porque es día de actuación y tienen que trabajar duro para ayudarnos a prepararlo todo. Aún recuerdo cuando era yo la que corría de un lado para otro, primero llevando mis libros a la zona de estudio, y luego, los instrumentos de los artistas al escenario para la actuación.Entro en el escenario, iluminado por la luz rojiza que el sol produce al traspasar la tela de la carpa. Enormes retales de seda blanca cuelgan de dos ganchos a unos ocho metros de altura; la altura ya no me impresiona tanto. Ángelo está calentando esperando a que llegue:-Buenos días –susurro acariciándole el hombro.-Buenos días Álex –me contesta sonriendo.¿Habrá notado la ausencia de latidos en mi pecho? ¿Es consciente de las sensaciones que me embargan cada vez que me habla? Estoy segura de que lo sabe, no tengo secretos para él por mucho que lo intente… al menos es considerado y no me lo dice, deja que me crea que mis secretos son sólo míos. Reflexiono sobre eso mientras calentamos; nos conocemos desde que éramos niños, somos almas gemelas, nos dimos cuenta en seguida. De la misma forma que yo no tengo, ni puedo tener, secretos para él… él no puede tenerlos para mí, y aunque no me lo haya dicho, ni a mí ni a nadie, yo lo sé.-Bueno… -suspira- ¿lista para empezar a volar?-¿Acaso lo dudas?La música comienza a sonar, mezclándose con la de los que están practicando su número: Wilhem con los cuatro tigres dentro de la jaula, Josef y Crystal pegando a las gradas, Frederick y Elois repasan en el suelo su número de trapecismo a la espera de que acabemos y Gabrielle hace sus fluidos movimientos de contorsionismo al lado de la entrada.Procuro no pensar en nada mientras hacemos nuestras piruetas aéreas, la última vez que me permití una ligera distracción mientras volaba me partí la clavícula, el hombro y algunas cervicales.Dejamos el ensayo a las diez y media más o menos, nos vamos a desayunar. Charlamos animadamente como los buenos amigos que somos, el sonido de su risa puede conmigo y contengo la emoción que me produce verle feliz, su acento italiano me cautiva y agacho mi cabeza a fin de disimular mi sonrojo, pero sé que nada en mí puede escapar a sus infalibles ojos verdes por mucho que intente esconderme.Después seguimos ensayando, el espectáculo de esa noche empieza con nosotros y queremos que sea perfecto. Después de comer, a eso de las tres de la tarde, nos vamos a su caravana a desconectar un poco antes de prepararnos. Hablamos de cualquier cosa que no tenga nada que ver con el circo, sobre todo de filosofía y teorías, nos encanta porque hoy por hoy, nadie puede zanjar ninguno de esos  temas, así que siempre puede añadirse o cambiar algo a lo ya establecido.Salgo de su caravana a las seis de la tarde a ducharme; alguien entra en mi caravana mientras el agua resbala por mi piel:-¿Alex? –grita la pequeña Gillian.-¿Sí? –susurro asomándome.-Te dejo la ropa sobre la cama –me dice revisándola- ¡Guau! Estarás preciosa con esto. Me muero por veros.-Espero no decepcionarte –le contesto sonriendo. Es una niña encantadora.-Seguro que no lo haces –susurra por lo bajo- Ahora tengo que irme, quiero ver cómo se prepara Gabrielle.Las horas pasan mientras me maquillo, me visto y me peino. A las nueve estoy lista y volviendo a hacer ese camino que conozco de memoria. Apenas estoy intranquila, colgar de sedas a ocho metros es mi día a día.Mientras escucho los ecos de la voz de Miguel, el “presentador”, a través de la megafonía, entro en la gran carpa viendo ante mí  las gruesas cortinas que me separan del escenario. Ángelo está a mi lado y me acaricia suavemente la mano antes de agarrarme con fuerza:-Puntual por los pelos –me susurra- Como siempre ¿eh?-¿Por qué cambiar una tradición que funciona? –le contesto riendo.Salimos a la luz al oír nuestros nombres; agarrados de la mano, saludamos al público. Damos una vuelta alrededor del escenario, y al tocar las sedas, nuestra música comienza a sonar. Todas las luces del recinto se apagan salvo los dos focos que nos iluminan. Nuestros trajes negros centellean con la luz creando un magnífico contraste con las sedas blancas.Giramos tranquilamente uno alrededor del otro, haciendo posturas y acrobacias que arrancan ovaciones y suspiros entre los asistentes. Contengo las ganas de llorar a medida que se acerca el final… eso se debe a que el tema de hoy gira en torno al amor y Miguel nos “sugirió” que acabar con un beso daría un toque mágico a nuestra actuación. No lo hemos practicado en los ensayos, así que hoy será mi primer y último beso con él.En los últimos acordes de la canción nos dejamos caer desde distintas alturas, yo quedo un par de centímetros sobre el suelo, casi rozándolo con mis pies, entonces su brazo, cálido y fuerte me rodea la cintura mientras su mano agarra sobre mi cabeza la seda a la que estoy sujeta, acerca su rostro a mí… tiemblo, no puedo controlarlo, su aliento acaricia mis labios mientras se acerca. La grúa levanta nuestras sedas haciéndonos desaparecer en la altura mientras disfruto de aquella insignificante porción de mi tiempo que para mi reloj se mediría en unos pocos segundos, pero mi corazón lo catalogaría en millones de latidos, un rápido ritmo que comenzó cuando tenía cinco años y le conocí.

Al amparo de la oscuridad se separa de mí sonriendo. Lo sabe, no me cabe la menor duda, pero no me dice nada, porque también sabe que tengo la certeza de que sólo podría rechazarme, que jamás le gustaré porque soy una chica. Pero lo cierto, es que no me importa, él es una buena persona que se preocupa por mí, que no me corresponda no es motivo suficiente para arrepentirme de haberle dado cada uno de los segundos más preciosos de mi vida hasta ahora. Yo estoy enamorada de él y aunque sé que no me corresponde, disfruto de su compañía, de las sonrisas que me regala, de la calidez de su piel, de todo lo que me da, sabiendo que jamás seré algo más de lo que soy ahora, su mejor amiga, su alma gemela, pero… ¿qué os puedo decir? Me conformo con ser la chica más especial de su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario